Los tambores se mezclan con los ritmos cumbiancheros que salen de los altavoces; el sudor de los locos no se percibe, pero se imagina. Todos brincan y bailan al compás de la música que suene más fuerte; o la que tengan enfrente. Se ve cansancio en los rostros de los locos; cuando termina una pieza descansan pero siguen caminando; no rompen la formación. Cuando inicia de nuevo, los locos balancean los brazos y comienzan la rutina de nuevo
Información: Periódico Mileno, Estado de México
1 comentario:
Me encontré estas fotos por accidente y me encantaron. ¡Excelentes, Marco! Te mando un abrazo. Saludos. Roxana.
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